Descubren nueva especie de mono en Colombia

Una nueva especie de mono tití fue descubierta en la Amazonía colombiana. Sin embargo, a pesar de que se trata de una nueva especie, su población se encuentra amenazada debido a que cuenta con un número reducido de individuos y su hábitat está desapareciendo por el avance de la agricultura.

«Este descubrimiento es extremadamente emocionante porque habíamos escuchando acerca de este animal, y por un largo tiempo no pudimos confirmar si era diferente de otros zogui zoguis. Ahora sabemos que ésta es una especie única», dijo Thomas Defler, uno de los investigadores responsables del hallazgo.

Este descubrimiento es extremadamente emocionante porque habíamos escuchando acerca de este animal y por un largo tiempo no pudimos confirmar si era diferente de otros zogui zoguis.

Thomas Defler, responsable del hallazgo

El mico zogui zogui (o Callicebus caquetensis, por su nombre científico) tiene el tamaño de un gato. Su pelaje es de color grisáceo café y carece de una franja blanca en su frente como tiene la mayoría de otras especies de Callicebus.

En sus mejillas luce una frondosa barba roja y su larga cola está salpicada de motas color gris.

A diferencia de la mayor parte de los primates, es monógamo. Establece una relación durante toda su vida y tiene una cría al año. Cada vez que nace un nuevo mico, la pareja obliga al mayor de los hijos a abandonar el grupo para concentrarse en el recién nacido.

Los grupos familiares suelen ser de cuatro individuos, a los que se puede ver moviéndose juntos en medio de la selva, y no es raro ver a las parejas adultas con sus colas entrelazadas descansando en las ramas de los árboles.

Violencia

Mono. Foto: Javier García/Conservación InternacionalA diferencia de otros primates es monógamo y tiene una cría al año.

Desde la década del ’70 se sospechaba de la existencia de esta especie. Sin embargo, debido a la inseguridad que afecta a esta región de Colombia cerca de la frontera con Perú y Ecuador, los investigadores no podían viajar al área.

Según explica Defler en su blog sobre la expedición, la disminución de la violencia en la zona alrededor del año 2008 y el encuentro con un estudiante de Florencia -capital del departamento de Caquetá- en busca de un proyecto interesante, le permitieron salir en busca de este mentado mico.

Gracias a la tecnología de GPS los investigadores pudieron detectar a los monos a los pocos días de haber ingresado en el territorio.

Se estima que unos 250 zogui zoguis existen en Caquetá, una cifra baja si se considera que una población saludable debería contar con miles de ejemplares.

La razón por la que quedan tan pocos de estos micos, cuyas vocalizaciones son unas de las más complejas en el reino animal, es la degradación de los bosques en los que viven, para hacer espacio para los cultivos.

Mono. Foto: Javier García/Conservación InternacionalAdemás de su barba roja, tiene una larga cola gris con motas blancas.

Una vez que se crean estos espacios vacío, a los monos les cuesta mucho trasladarse en busca de otros árboles pues para ello deben cruzar sabanas de pastizales o cercas de alambre.

Según Conservación Internacional, una de las organizaciones que financió la expedición, el hecho de que sean pocos los ejemplares que quedan y la fragmentación de su hábitat son razones que ameritan definir a esta especie recién descubierta como críticamente amenazada, de acuerdo a los criterios de la Unión Internacional parala Conservación de la Naturaleza (UICN).

Fuente: BBC Mundo

Polémica brava

Por: Heriberto Florillo
El día en que vi a mi madre torcer el pescuezo de una gallina para hacer un sancocho rompí en desconsolado llanto y no quise probar carne, ni de res, ni de pollo, ni de cerdo, en varios años.

Me pareció entonces terrible que tuviéramos que matar animales para sobrevivir, habiendo yuca, granos, tantos alimentos vegetales que alcanzaba a contar yo. Con el tiempo, entre las idas a las fincas y las habilidades de mi madre en la cocina, me acostumbré, poco a poco, como casi todo el mundo, a la matanza generalizada de aves y de reses que terminaban sazonadas y devoradas sobre mi plato.

Esto para dejar en claro que llevo comiendo carne de animal hace medio siglo y que mis reflexiones no obedecen a una filiación puritana de fanatismo ni, mucho menos, de insobornable vegetarianismo. No soy nadie, pues, para tirar la primera o milésima piedra contra toreros y taurinos, que viven y gozan la llamada fiesta brava en la que se tortura y se mata casi siempre al toro. Soy un culpable más, aunque eso no imposibilite este acto de conciencia.

Las corridas, es cierto, como las corralejas y las peleas de gallos, son cultura y tradición. Cultura y tradición se han vuelto también el narcotráfico y la corrupción, tanto como hacinar animales en lugares iluminados con artificio, para que, ayudados por la ciencia, crezcan gallinas de ocho muslos que no dejan de poner huevos y cerdos salchichas, de diecisiete costillas, porque son esas las presas que preferimos los humanos.

Se trata de una obviedad que tiende a escamotearse. Los taurinos no están solos en esto de la tortura y las matanzas de animales. Los llamados seres humanos llegamos a este planeta, al parecer, con la intención de matar por miedo, por placer y por supervivencia, a los demás animales. Cuando un gobierno, por ejemplo, quiere acabar con un pueblo o gobernante enemigo lo animaliza, lo bestializa, borra de él la racionalidad y la ternura, para justificar su exclusión y su muerte. En últimas, las corridas de toros y las peleas de gallos simbolizan, sobre todo, lo que los «humanos» hacemos con quienes creemos que no lo son: nuestras víctimas, por débiles y, por fuertes, nuestros enemigos.

Y eso es también parte de nuestra cultura (que no siempre es «buena», como algunos piensan). Habría que exaltar o cultivar en nosotros otras conductas. Pero, bueno, poco hemos tenido en cuenta la opinión de los animales. Con seguridad, porque al parecer sentimos que no la tienen. Como tampoco tenían alma los negros ni los indígenas en tiempos de la Conquista, antes de Claver y De las Casas.

Es cierto, el toro de lidia está al amparo de los taurinos, que los crían y los cuidan. Como cuidan y crían sus pollos, cerdos y otros animales los empresarios de embutidos. Son su negocio.

Cierto, también, los toreros han hecho un arte de su enfrentamiento con los toros. Nadie puede negar la belleza y la poesía en tantos pases magistrales. Pero en Portugal montan hoy corridas sin tortura ni muerte para el toro, comprobando que se trata de dos cosas diferentes y que la muerte del toro no resulta esencial para la corrida. Quizás sí en épocas más salvajes, cuando las comunidades ritualizaban su cohesión social por medio de la sangre.

Los taurinos piden tolerancia y respeto por su libertad de expresión, algo que ellos no conceden a los demás seres vivos. Y en esto, insisto, no están solos. Casi todos aquellos que poseen zoológicos en el mundo sostienen, de igual modo, que mantienen a sus animales en libertad o que, si no fuera por ellos, los pobres morirían víctimas del inadecuado modernismo de las urbes sin vegetación, como si no fuera todo eso parte también de la colonización «humana».

Si algo de optimismo siembra en mí esta brava polémica es la convicción de que el día en que, como humanidad, les reconozcamos a los demás seres del planeta su derecho a vivir en paz, habremos dado ya nuestro mejor paso adelante por un verdadero respeto, también, de los derechos humanos.

El pulpo Paul es influenciado por los colores, asegura biólogo

Un biólogo peruano ha puesto sobre el tapete el secreto del famoso pulpo Paul: en realidad el cefalópodo no hace predicciones, sino que es atraído por los colores brillantes de las banderas que colocan en su estanque antes de los partidos del Mundial de Sudáfrica.

Aunque Paul ha acertado hasta el momento en casi todos sus pronósticos, incluida la victoria de España sobre Alemania en una de las semifinales, el biólogo peruano Alfredo Salazar se mostró escéptico sobre las dotes de vidente del mediático pulpo.

Salazar, miembro de la clínica veterinaria limeña Rondón, afirmó hoy en la emisora Radio Programas del Perú (RPP) , que el pulpo puede ser influenciado por sus criadores u otros miembros del acuario alemán donde se encuentra.

«Tengo mis dudas, todos saben que ningún animal, como las personas, puede predecir el futuro. Creo que está siendo influenciado por los criadores o por el mismo acuario donde se encuentra. Estos animalitos son muy inteligentes, pero pueden ser atraídos por alguna comida o algunos colores» , declaró Salazar a RPP.

El biólogo peruano reiteró que los pulpos están entre los invertebrados «más inteligentes» por su cerebro grande y pueden distinguir los colores, principalmente los más claros.

«Son atraídos por los colores claros: pues los colores de la bandera alemana son oscuros, mientras que de la española son claros» , explicó.

Salazar aseguró que sigue desde un inicio las supuestas predicciones del pulpo Paul y dijo que éste se ha equivocado «un par de veces» , pero «siempre la noticia será cuando acierte».

«Para mí, Paul está siendo influenciado por sus criadores» , reiteró en alusión al invertebrado, al que tras las semifinales del Mundial algunos quieren proteger a toda costa y otros opinan que debería terminar en una olla.

Fuente: Elespectador.com

Pichón guacamayo tiene tristes a sus padres

Por: Frida Bergsten y Beatriz María Arango

Una historia de dolor y esperanza. Una mamá, un papá y un pichón. Una familia de guacamayos en El Poblado. ¿Raro? Sí, pero es Medellín y acá todo es posible.

Fue este lunes cuando los habitantes de una unidad en El Poblado se asombraron por una visita muy especial, colorida y hermosa: unos guacamayos.

«Ahí estaban los padres en un árbol al lado de la portería, pero el pichoncito se enredó en un bambú, al frente. Seguramente estaba haciendo su primer vuelo», dijo una empleada de la unidad.

Al ratito llegó la Policía Ambiental, pero cuando trataron de bajar al recién nacido, casi igual de grande que los padres, se les cayó y se lesionó. En una cajita de cartón, el «bebecito» pasó la noche, abajo del árbol, donde los padres se acurrucaban y le trataban de dar comida.

Por la lesión, el pichón fue recogido por una veterinaria. El dolor de la pareja, unos guacamayos tricolores que fácilmente se pueden confundir con la bandera de Colombia, fue enorme. Quedaron sin pichón y completamente despechados. Llorando y protestando, ¿dónde está nuestro pichón?, ¿quién se lo llevó?

¿Raro?… No, así sería la reacción de cualesquier padres, humanos o animales.

Desde el lunes, cuando ocurrió la triste noticia, mamá y papá guacamayos han vuelto todos los días a la unidad. Madrugan y llegan alrededor de las 5.30, se quedan un poco, lloran, se «abrazan» y luego se van y visitan las otras torres y árboles de El Poblado, pero al final siempre regresan al mismo sitio, en donde se les «perdió» el bebé. Siempre con lamentos y con la misma esperanza de encontrar a su pichón adorado. Una imagen que ha conmovido a todos.

A salvo
En este momento, el pichoncito se encuentra en el CAV -Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre- del Área Metropolitana (en Barbosa), donde lo revisan especialistas.

Qué alegre sería trasmitirles a los padres guacamayos que su pichón está a salvo, en las mejores manos para, por lo menos, disminuir su llanto y desconsuelo.

Alejandro González Valencia, subdirector Ambiental del Área Metropolitana, cuenta que, «el animal está en tratamiento y observación, bajo la lupa del grupo de profesionales y se espera que en corto tiempo pueda ser integrado al grupo de animales en las plataformas de reubicación». Esto con apoyo del Ciffa -Comité Interinstitucional de Fauna y Flora de Antioquia-.

Un guacamayo que nace en medio de árboles y edificios de una ciudad es igual de extraño que una palmera en Noruega o un elefante en Estonia. Medellín es único en el mundo con esto, con el hecho de poder disfrutar de hermosos animales como los guacamayos y los loros, conviviendo con los humanos en medio de edificios.

Esta ave no se reproduce en cautiverio y además es monógama, es decir, una vez escoge su pareja, permanece junto a ella toda la vida.

José Bernardo Barreiro Luna, comunicador social del Parque Zoológico Santa Fe, de la Sociedad de Mejoras Públicas, cuenta que «en 1998 se instalaron unos nidos en madera en el Zoológico y se liberó un grupo de guacamayos y loros para que se reprodujeran».

El experimento tuvo mucho éxito y por eso hay tantas guacamayas en Medellín.

«Es increíble el amor tan grande que les tienen en Medellín a las loras y a los guacamayos, los cuidan como tesoros. Y si queremos seguir teniéndolos en la ciudad hay que sembrar más palmeras, que es donde se suelen reproducir», cuenta José Bernardo Barreiro.

Una historia sorprendente que habla de ese Medellín único, en donde hasta una familia de guacamayos lucha con la esperanza de estar de nuevo con su pichón y que invita a que la gente siga cuidando estas especies, pues sólo así jamás se irán y los habitantes podrán disfrutar de sus coloridos y exóticos plumajes.

Fuente: Elcolombiano.com