Cómo enseñarle a tu perro a orinar y defecar fuera de casa


Compartir la vida con un perro en las ciudades de hoy, implica adaptación mutua entre perro o gato y humano. En el caso de los gatos el tema de orinar y defecar suele resolverse fácilmente con la caja de arena pero en el caso de los perros el tema de orinar y defecar por fuera de la casa, implica paciencia y dedicación por parte del propietario.

Si el perro es cachorro, el aprendizaje comenzará cerca del quinto o sexto mes. De modo que antes de este tiempo es mejor armarse de trapero, jabón y tolerancia para recoger las heces y secar los orines. Si el tema le produce asco, en algunas tiendas veterinarias venden herramientas para recoger el popo y hasta para secar el pipi y convertirlo en un gel que puede tirarse a la basura.

Si el perro es adulto, es probable que en menos de un mes, aprenda a asociar el paseo con el momento de orinar o defecar. Para ello es necesario establecer una cuidadosa rutina que implica salir a caminar fuera de casa, por lo menos dos veces al día. Una temprano en la mañana y otra ya caída la tarde. Sin esta rutina diaria el perro no aprenderá a esperar para hacer sus necesidades. Si quieres orden en tu casa, tendrás que comenzar por ofrecérselo a tu perro.

Las mascotas que viven encerradas y sus propietarios no tienen tiempo para sacarlas, tienen el trabajo cuesta arriba pues no sólo es difícil para la mascota asociar algún momento para hacer pipi o popo, sino que también es posible que aparezcan otros problemas comportamentales por falta de ejercicio y socialización. Algunas razas de perros necesitan salir más que otras pero todas lo necesitan.

Si ese es tu caso, debes tratar de recoger los desechos de tu perro con algún implemento que guarde el olor, como un papel, y colocarlo allí donde deseas que tu perro continúe evacuando su vejiga y su intestino. Procura tener paciencia y saber que no produce ningún efecto regañar a tu perro por defecar u orinar en otro sitio, si el regaño no es de forma inmediata. Tu rabia solo incentiva el temor del perro, haciendo posible otros problemas de conducta.

Tener un animal de compañía es un tema serio que implica compromiso y mucha paciencia. A diferencia de los niños que van creciendo y aprendiendo cada vez más y se van volviendo más autónomos, aunque algunos adultos realmente no lo parezcan, los perros y los gatos tienen un límite de aprendizaje determinado por sus necesidades evolutivas, diseñadas para acompañarnos hace miles de años en medio de la montaña para cuidarnos de los depredadores.

Así que debes partir del principio de que quien tiene un cerebro más adaptable y capaz de entender las cosas eres tú. No le pidas a tu perro que te entienda, procura entenderlo tú. De esta manera podrás moldear su conducta para que ambos vivan armónicamente sin mayores dificultades y sabiendo que la hora de ir al baño está marcada por el momento en que muestras la traidilla y comienza el paseo en la calle.