Breves reflexiones sobre el linchamiento del toro en las corralejas de Turbaco


Por: Carlos Andrés Naranjo Sierra
El sábado en la noche me encontré con la noticia del brutal linchamiento a cuchillo, piedra y pata, de uno de los toros que se entregan al público, para su impúdica diversión, durante las corralejas del municipio de Turbaco en el departamento de Bolívar en Colombia. En el vídeo compartido en las redes sociales, se ve como el animal cae a la arena mientras una docena de hombres se acercan para agredirlo hasta causarle la muerte, al tiempo que desde las tribunas muchos celebran el deplorable espectáculo. Luego del fin de semana, los noticieros y programas de opinión han amanecido con el tema en primera plana.

Tomando el toro por los cuernos

El que este tipo de actos se conviertan en noticia, de por sí ya representa un avance moral de nuestra sociedad. Hace tan sólo una década, este tipo de sucesos ocupaban, si mucho, algún comentario al margen de los medios nacionales de comunicación. Por supuesto que esto no es suficiente para combatir la barbarie pero es el primer paso. Incluso algunas personas comenzaron a quejarse con la Fabrica de Licores de Antioquia pues una de sus marcas apareció en la noticia que inicialmente compartió BluRadio en su sitio web, aunque después se confirmó que correspondía a un evento y momento diferente. Pero más allá del error en la foto, lo anterior demuestra que también hemos comenzado a ejercer nuestro poder como consumidores.

El asunto moral y cultural

Algunos medios se han limitado hoy a denunciar el hecho pero otros han ido más allá y han puesto a su panel de trabajo a reflexionar sobre las manifestaciones culturales, la violencia, la ley y las tradiciones, llegando al tema inevitable de las corridas de toros. ¿Una tradición es valiosa por sí misma? ¿Se debe permitir el maltrato animal en ciertos casos? ¿Se deben respetar estas manifestaciones en aras de las libertades individuales? En los artículos Una propuesta contra la Feria Taurina: la feria de la vida y Las corridas ayudan a El Hospital tanto como fumar y beber ayudan a la salud, ya había reflexionado un poco al rededor del tema pero vale la ocasión para retomar algunos puntos importantes.

La tradición por la tradición

Lo primero que quisiera decir es que si una tradición se estanca, la cultura no avanza. Era una tradición la esclavitud y hoy lo es la ablación en algunas comunidades indígenas. También hay que reflexionar sobre el tema del maltrato animal en casos como las cabalgatas, los circos o las atracciones turísticas. Se argumenta que muchas personas viven de éstas actividades pero igual lo hacen los traficantes y los proxenetas y ésto no hace que dejemos de combatirlos. ¿Qué uno es legal y el otro no? Entonces volvemos al primer punto sobre la ley y las tradiciones.

Libertad para maltratar

Otro argumento consiste en afirmar que comenzar a transitar por el camino de la prohibición de este tipo de actividades culturales, terminará por llevarnos a proscribir un sinnúmero de manifestaciones culturales y libertades individuales. Este argumento parece olvidar que la libertad propia se ve limitada necesariamente por la libertad ajena (¿o acaso dejamos en libertad de hacer sus deseos a los sadomasoquistas?) y que el animal maltratado trata de pelear, huir, paralizarse o someterse como una forma de acabar con el martirio al que está siendo sometido. Es decir, no lo disfruta como insinúan algunos taurinos.

Para finalizar quisiera decir que a pesar del lamentable hecho de Turbaco, me parecen más graves las corridas de toros pues en éstas hay premeditación para dar muerte al toro mientras que en el caso de las corralejas no. Esto no disminuye la gravedad de lo ocurrido en Turbaco pero si marca una diferencia significativa en el hecho, de la misma manera que no es lo mismo un homicidio culposo que uno doloso. Lo ocurrido en Turbaco no debe volver a suceder pero aún menos lo que seguimos viendo todos los años en La Macarena, en Cañaveralejo y en muchos otras plazas de toros. El dolor no debe ser motivo de celebración.